Carlos Olmo
¡Alegría, alegría!
Una de las cosas que llaman la atención en Flandes es la influencia que ha dejado el idioma español en la cultura belga, a pesar de que no guardan muy buen recuerdo de nosotros como pueblo conquistador.
Este hotel es un ejemplo, ya que su nombre no podría ser más español y más bonito. En una casa pequeña muy bien restaurada, con una tienda en la planta baja compartida con la recepción, este pequeño hotel familiar tiene un ramillete de habitaciones todas diferentes y exquisitamente decoradas.
Se desviven por el cliente, como lo prueba el hecho de que por la mañana, aparte del café normal que había para el desayuno, nos ofrecieron café expreso porque saben que a los italianos y españoles nos gusta más así.
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