Café y una napolitana, un euro con ...
Café y una napolitana, un euro con ochenta. El placer de empezar la mañana con una sonrisa, no tiene precio. Cojo un periódico, me siento en una mesita con el humo del café mezclándose con la música pop del canal de la tdt que procede del plasma... y echo una ojeada rápida a los titulares del día. Hace poco que un niño de tres años me dijo que si mi programa salía en tdt. Nunca hubiera imaginado a un mocoso empleando esos tecnicismos tan desconocidos en la época en la que televisión española era la única fuente de dibujos animados.
El caso es que yo venía a hablar del Horno Santa Eulalia. Una franquicia emeritense que se propaga como la pólvora, solo que ésta es de azúcar glass y sabe a bocados de crema y chocolate. “Esta napolitana no tiene crema”, le digo a la camarera, y me la cambia por otra, por lo que mi ración esta mañana resulta ser doble. Esta si es perfecta. Pienso en el pastelero-becario que unas horas antes de que yo esté ahí, envuelta de música, tecnicismos tecnológicos, noticias y aroma cafetero, ha preparado mi manjar, tan muerto de sueño como yo, razón por la que se le ha olvidado que debe meterle crema.