Un lugar remoto en Noruega
No es que este lugar no se conozca, que va... todo lo contrario. Es una reserva natural muy conocida en esta zona por sus safaris dedicados al avistamiento de aves, pero cuando fuimos nosotros parecía el lugar más remoto del mundo.
Las condiciones climatológicas no eran las mejores. Habíamos estado esa mañana junto a la barrera que deja paso para subir hasta Cabo Norte, pero como finalmente no la abrieron por el temporal que hacía, decidimos acercarnos hasta el puesto costero de Gjesvaer que parecía estar incrustado entre numerosas islas.
El camino no fue fácil. Nevaba con mucha intensidad y el viento no acompañaba para nada la circulación por aquella carretera llena de curvas que la nieve había cubierto por completo. Cuando llegamos aparcamos el coche en un pueblo que parecía deshabitado en el que no se escuchaba ni un alma. Sólo el viento. Anduvimos por allí hasta el final de la isla donde nos encontramos a la única persona que vimos. Estaba colocando unos pescados en una redes enormes para que se secaran y conseguimos llegar hasta allí metiéndonos las piernas en la nieve hasta las rodillas.