Nos vamos al sur de Siria en un pequeño ...
Nos vamos al sur de Siria en un pequeño Clio blanco. Ya nos han puesto dos multas, pero hacemos por no entender. La mayor parte de los carteles están solo en árabe, así que, tras rodear dos horas Damasco decidimos que lo de ir por las “autenticas” carreteras secundarias es para personas con mayor capacidad espacial: Iremos por la única autopista del país.
Bosra es una pequeña ciudad en medio del semidesierto oriental que no tendría nada de especial si no fuera porque se encuentra construida encima de una ciudad romana esplendida, Bosrus, la capital romana de arabia. Con el teatro romano mejor conservado que haya visto nunca, la visita ya merecería la pena. Pero es que además los habitantes de la nueva Bosra viven entre las ruinas. Usan los capiteles romanos para apoyar su relucientes motos, sus niños juegan al escondite entre estatuas de Júpiter y la calzada romana es el lugar donde pasear por las tardes. Aquí no tiene nada de especial. Una familia de palestinos nos invitan a su casa, “que os parece que de repente haya turistas en su pueblo? Nam, nam“, (si), les parece muy bien. Aunque no entienden muy bien por que esos rubitos de pantalones cortos se quedan mirando la columna del patio del vecino. Siempre estuvo ahí… Y por que preguntan por esas monedas tan sucias y viejas con las que los niños juegan a los mercados? Estuvieron ahí desde siempre. La matriarca de la familia nos invita a chay (te) y esta encantada de que le haga una foto. Levanta la mano orgullosa, quiere que quede bien claro que saluda al modo palestino. (Victoria o muerte)