Axlar el asesino
Vamos en nuestro coche en dirección a los fiordos del oeste, siguiendo con los ojos la línea de la carretera que discurre cerca de la costa, que trepa montañas y desciende a los valles hasta casi llegar al mar.
De repente, tras una curva a parece un paisaje espectacular, modelado por los volcanes y el mar, donde sólo el hombre se ha atrevido a desenrollar una cinta de asfalto para ir aún más lejos, para rodear la isla.
Paramos a un lado de la calzada al ver un mirador que parece llamarnos; hay algo misterioso en todo este paisaje, agreste y duro, pero cubierto de suave hierba verde. Tiene carácter, está curtido por el tiempo y por los vientos, disfrutamos de lo que nos regala la naturaleza... De repente salta a nuestro recuerdo una figura, un nombre.. Si, fue aquí donde sucedió todo.