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Si uno ha recorrido la Tramuntana, la...
Si uno ha recorrido la Tramuntana, la escarpada cordillera que bordea la costa noroeste de Mallorca, pensará, al conducir desde Palma hacia el sudeste, que está en otra isla. Aquí la tierra es llana, apenas ondulada en un mar de cultivos, y el sol gira reflejado en las aspas de incontables molinos de viento. El rico granero mallorquín, el Migjorn, se extiende plácido bajo la luz dorada, sólo interrumpido por los muros de piedra que separan los cereales de los cítricos, los olivos de los almendros, las vides de las huertas. En el paisaje duermen, invariables a lo largo del tiempo, entrañables casas de payés y pueblos color arena con un toque de verde en sus persianas.
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