Muy cerca del lago rosa, hacia el oeste...
Muy cerca del lago rosa, hacia el oeste e dirección al mar, la naturaleza nos brinda un paisaje único. Un pequeño desierto de dunas se abre ante nosotros y, en un instante, paree que estamos en medio de la nada. Detrás, el lago rosa con toda su magia. Delante, el atlántico, con toda su inmensidad y una playa casi virgen. Y sin embargo, no vemos nada, estamos en medio de arena y más arena que forma montañas onduladas por todas los lados. Ir andando, la verdad, es bastante incómodo, y además es un poco largo el camino. Lo mejor es hacerse con los servicios de algún camión 4x4 que van bien preparaditos y suben por sitios que parece imposible. A los pocos kilómetros de salir del lago rosa desaparece todo y el caminos es cada vez más intransitable, con arena por todos lados, cuestas pronunciadísimas y casi nada de vegetación. Una parada en el camino te hace sentir ínfimo, en medio de la nada, sin nada a tu alrededor más que arena. Sin embargo, este lugar vacío puede sorprender de vez en cuando, al menos la vez en la que yo estuve. De la nada, a lo lejos, y era muy lejos, vino corriendo un señor (sale en la foto) con un petate a la espalda y cuando llegó (correría un kilómetro y pico a ojo y por arena) desplegó una sábana y sacó artículos de artesanía para vender y sólo decía “good, good, barato barato”. Impresionante el afán de vender.