Un desierto diferente e impactante
Antes de ir al desierto de Judea debemos echar a un lado todos nuestros prejuicios y cualquier idea preconcebida de "desierto" que podamos tener.
En este desierto no vamos a encontrar dunas doradas y ondulantes bajo los rayos del sol: el desierto de Judea es ocre, árido y pedregoso. Su baja altitud lo convierte en un lugar tan asfixiante, que la imagen de las turquesas aguas del mar Muerto llega a parecer una fantasía antes nuestros ojos.
Aunque si nos alojamos aquí es posible hacer pequeños recorridos a pie o en bicicleta, es muy recomendable contratar un tour en 4x4. Por comodidad, y porque un conductor y guía experimentado podrá acercarnos a lugares de otra forma inaccesibles por cuenta propia.