La ciudad que -en otro momento- ya no es
Cuernavaca fue un día, la ciudad de descanso por excelencia de artistas, intelectuales, políticos y reyes, donde el clima apacible se cernía sobre el viajero y lo conquistaba con sus calles de pueblo y sus extensas haciendas y grandes (pero discretas) mansiones. Hoy es una decadente ruina de su glorioso pasado, pero sin embargo su belleza sigue ahí en cualquier lado, escondida en el tiempo, un tiempo que no es eterno y que en cualquier momento de paso al escombro, un tiempo que esta escondido en barrancas en forma de piscinas colgantes, escaleras al rió, arquitectura intrincada de abundante piedra