Una auténtica maravilla
Este es uno de esos rincones que merece poca presentación, ya que es bien conocido por sí mismo. Es curioso: había estado un par de veces en la isla, y por una razón u otra finalmente no me había decidido a subir.
Esta vez, decidido, sí que lo hice. Y menos mal. Es cierto que es una paliza de coche entre tanta curva (algo más de una hora para subir y otro tanto para bajar), y que arriba hace un frío importante (no te olvides de ir muy abrigado. Estamos hablando de temperaturas bajo cero y un contraste altísimo).
Llegamos, a propósito, con la mejor luz del día, la del atardecer. Y lo cierto es que el espectáculo que pudimos contemplar es maravilloso.