Casa de la Real Aduana

Esta casona del siglo XVII es el edificio civil más antiguo que se conserva en la ciudad. A lo largo de la historia ha tenido diversos usos: Vivienda de los Prieto Alfaro (descendientes de los Franchy, quienes la construyeron), aduana durante el siglo XVIII, encargada de gestionar y vigilar el tránsito de la actividad comercial marítima, posteriormente residencia de la familia Baillon, y en la actualidad alberga la oficina de información turística, una tienda de artesanías "Artenerife", sala de exposiciones y el museo de arte contemporáneo Eduardo Westerdhal.

No se puede concebir el muelle sin la casona de la Aduana ni viceversa. Son un todo, no sólo del frente marítimo del Puerto, sino también de los corazones de los portuenses, de sus despedidas y de sus recibimientos, de sus lágrimas de alegría, de esperanza, de duelo y de vida.
También es imagen de riqueza, de comercio, de naufragios, de embarcaciones de la Virgen del Carmen, de bañitos de personas y de cabras, de noches de San Juan y sardinadas de San Andrés...
La casa de la Aduana llegó en 1620 para quedarse y formar parte de la ciudad como testigo y guarda de la legalidad de su comercio y quiso también albergar el consulado británico.