Cartuja d'Escaladei

Hacía muchos años que no visitaba la Cartuja de Scala Dei, era yo muy pequeño y fui con mi padre. El lugar estaba totalmente abandonado y en ruinas. Tenias que sortear los matojos y rezar que no se te cayera una piedra en la cabeza.
Después de mi última visita, me alegra ver como está este importante centro religioso catalán. La restauración ha valido la pena, y por un módico precio (3€), puedes visitar el lugar sin temor a abrirte la cabeza.
Está situado en la comarca del Priorat, que da su nombre al antiguo priorato de Scala Dei. Fue fundada en el siglo XII y es la primera cartuja española. El lugar fue elegido para la vida austera y de contemplación de los monjes, aislados totalmente del mundo para cumplir sus celibatos y sus historias.

Situada en la Sierra del Montsant, la cartuja fue fundada en el siglo XII gracias a las donaciones de la corona catalano-aragonesa convirtiéndose así en la primera cartuja de la Península Ibérica. Según cuenta la leyenda los monjes escogieron este lugar por un pastor que había soñado con unos ángeles que subían al cielo por una escalera apoyada en un pino, de ahí viene el nombre de Escaladei que traducido significa “escalera de Dios”.

Dentro del recinto podréis visitar varios lugares entre los que destacan:

-Patio de Entrada: Estaba destinado al servicio del monasterio y a la recepción de los visitantes y personas más desfavorecidas que solicitaban caridad. Posiblemente estuvo amurallado.

La preciosa comarca del Priorat puede descubrirse a través de distintos itinerarios, sin embargo, comenzar por la cartuja de Santa María de Scala Dei es remontarse al siglo XII y recordar su primer latido. De allí le viene a la comarca su nombre, desde allí se esparcieron los secretos para elaborar su famoso vino. La historia comenzó a rodar en el año 1162, cuando el rey Alfonso el Casto solicitó a los monjes cartujos de la orden de San Bruno que se instalaran en la tierra reconquistada al valí de Siurana. Éstos fundaron la cartuja a los pies de la Sierra de Montsant y, liderados por el prior de turno, sometieron a los pueblos de los alrededores a un dominio del tipo feudal. La región comenzó entonces a ser conocida como Priorat. Los monjes fueron también los que plantaron las primeras vides en empinados costeros de suelo pizarroso, conocido como ‘licorella’. Poco a poco lograron trasformar la comarca y dieron origen a la cultura del buen vino que desde hace siglos enorgullece a todos los prioratinos.