Una ciudad única
Un asentamiento colonial español perfectamente conservado en el que los relojes se detuvieron en 1850, y salvo por los infrecuentes grupos de turistas, todavía no se han vuelto a poner en marcha. La ciudad se construyó gracias a las enormes fortunas azucareras amasadas a principios del siglo XIX en el contiguo valle de los Ingenios y la riqueza del periodo anterior a la Guerra de la Independencia aún se evidencia en las ilustres mansiones coloniales decoradas con frescos italianos, porcelanas de Wedgewood, muebles españoles y arañas de cristal francesas.
Declarada Patrimonio Mundial en 1988, sus secretos pronto se convirtieron en propiedad pública y enseguida empezaron a llegar autobuses para conocer " el museo al aire libre".