Grutas, cuevas, casas montadas en las rocas, la playa muy lisa y el calmo mar.
Esta Cala, su respectiva playa y mirador que descubrimos casi por casualidad debido a que seguía lloviendo y muchas veces debíamos buscar refugio en el coche a esperar a que amainase un poco la tormenta mientras tomaba un buen café bien caliente que tuvimos la precaución de llevar, al igual que una buena provista de agua, por las dudas no encontrásemos nada abierto por el camino.
Está ubicada en una zona muy poblada en época de vacaciones, y por lo que pudimos averiguar, se puede acceder a ella muy fácilmente y tiene todos los servicios.
Lo que más puedo destacar de esta Cala es la vista que se observa desde arriba, justamente desde el Mirador, la que es realmente preciosa con sus aguas azul aturquesado que se une al horizonte lejano en una franja celeste, un rojo y solitario Gomón en el agua, las cuevas naturales en los rocosos acantilados, las casitas construidas como haciendo equilibrio sobre ellos, el verde que lo puebla todo y rodea las escaleras que bajan a la playa, modernas farolas que las iluminan, las baldosas del mirador con su pequeño y cuidado jardín con sus bancos de cemento totalmente empapados por la copiosa lluvia y en el centro de la playa, solitario como un vigía, el lugar desde el que la vigilan los socorristas durante la temporada veraniega. Tiene zona de estacionamiento y numerosos restaurantes casi sobre la playa.