Un destino imprescindible
Bremen es un destino imprescindible para los amantes de las ciudades con encanto, con callejones estrechos y arquitectura de inspiración flamenca. Además es un plus poder coincidir allí con el acogedor mercado de Navidad y sus puestos y luces que parecen salidos de un cuento de los hermanos Grimm. Pese a la destrucción de la segunda guerra mundial, lo que no se mantuvo en pie ha sido cuidadosamente reconstruído, siendo fieles a las construcciones originales.
Nosotros elegimos Bremen porque buscábamos una ciudad no muy grande, que pudiésemos abarcar a pie y sin prisas en una estancia de 6 días. El casco antiguo es una preciosidad y está lleno de vida. Lo primero que apareció a nuestros ojos fue la deliciosa estatua de los músicos de Bremen, que tiene foto obligada y regreso a la infancia incluido! Y en el centro de la plaza la estatua de Roland, altísima!
Además hay dos zonas de visita obligada que producen un flechazo inmediato: el barrio de Schnoor, con sus callejuelas estrechísimas y sus pintorescas casitas, y la calle Bottcherstrasse, con sus característicos y preciosos edificios en ladrillo rojo y su gran carrillón en el centro, junto a la casa Roselius. Y lo bueno de estar una semana allí es que nos permitió visitar en los alrededores otros lugares especialmente interesantes, como el inmenso bosque de Teutoburgo, donde sucedió la legendaria batalla entre Varo y Arminio.