Adopta un cuarterón
No es de las iglesias más conocidas y visitadas de Milán, pero aunque exteriormente es muy sencilla y su fachada blanca pasa bastante inadvertida, merece la pena su visita porque su interior está ricamente decorado con pinturas. Originalmente data del siglo IV cuando se llamaba Porziana, debido al nombre de su fundador original, Porzio, que amplió un templo existente dedicado a Hércules. Su nombre actual se debe a la presencia de los huesos de San Vittore, que tras varias “ubicaciones” fueron devueltos a los cristianos y reposan definitivamente en el altar de la Basílica desde 1576. Fue reconstruída totalmente entre 1560 y 1602 por los frailes Olivetanos, que vivían en el convento adjunto, actualmente sede del Museo de la Ciencia y Tecnología.