Alejandro Franco
Memorias
Aquella tarde en la que al mirar el horizonte me perdí en la mágica grandeza del mar, aquel lugar tan alto que el viento me acariciaba con su húmedo tacto, la brisa y el olor a sal que hacia que mi corazón creyera en un futuro mejor, lejos de la vida cotidiana, con esa calidez que me seducía inquietamente a quedarme allí para siempre.