El hermoso centro de gobierno.
Desde lejos ya llama la atención, con sus muros de arenisca roja y sus coloridas pinturas y frescos, tan brillantes y perfectas que pareciera que cada día las limpiaran a mano y retocaran cualquier mínimo desperfecto. Y digo pareciera porque a lo mejor es cierto que lo hacen. No sería de extrañar, ya que así es Suiza, perfeccionista y minuciosa.
Porque está claro que la ciudad tenía que dar esta imagen, tal como ahora, cuando allá por 1501 entró a formar parte de la Confederación Helvética. Aunque no siempre fue tan grandioso.
Diversas partes fueron añadidas paulatinamente al núcleo del Ayuntamiento original, como la torre, que en su momento creó gran controversia y fue motivo de discusión entre los gobernantes y los ciudadanos. La razón era un poco tonta, ya que la idea era hacer una torre muchísimo mas grande, al estilo de las italianas de Bolonia, para impresionar al resto de las ciudades de la Confederación y a los foráneos y comerciantes que llegaban a Basilea.