Un capricho en el valle
Tengo tantas cosas buenas que decir de este hotel que no sé por dónde empezar. Sin duda es el hotel más acogedor en el que me he alojado, es perfecto para desconectar y descansar. El personal es muy atento, haciendo todo lo posible por que tu estancia sea agradable y Taramundi, pese a ser pequeño, tiene mucho que ofrecer.
Hablemos de las habitaciones, pues es un hotel pequeño, cuenta solo con 18 habitaciones. La nuestra era grande y con unas vistas maravillosas desde la galería; las de la planta inferior cuentan con terraza, y las mismas vistas del valle y el pueblo.
Las camas son cómodas, los armarios amplios y el baño está bien equipado y cuidado. Como todos los hoteles, cuenta con lo típico, ya sabéis: minibar, tv, etc. Y la comida, pues el desayuno tipo buffet. No era muy grande pero estaba bien surtido: lo mejor, para mí, las tostadas que preparaban con pan rústico de la zona y las iban sacando de cocina según las pedías.