ANADEL
Barato y bueno.
Estaba demasiado cerca de la piazza Navona y del turismo, pero era tarde y llovía, así que entramos para comer su asequible menú junto al ventanal que da a la calle, y la verdad y frente a todo pronóstico, la decisión fue acertada.
La bruschetta estaba deliciosa, y las pastas en sus sartenes de cobre, abundantes en la ración y muy bien condimentadas.
Solo falta renovar las cartas por otras nuevas y que aquello parezca más reluciente.
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