El pueblo que ama las flores
Son sólo 12 los kilómetros que separan la encantadora Alaior de Maó. Desde lejos puede parecer tan solo un precioso pueblecito de casas blancas, muy juntas, muy encaladas y resplandecientes. Pero basta acercarse hasta él para que acabe por atraernos con su sorprendente historia y arquitectura.
Dominando un montículo que ha sido fundamental a la hora de diseñar el trazado de sus calles y plazas, el devenir de los tiempos ha hecho que sus callejones, sus edificios y jardines sean un verdadero museo al aire libre de arquitectura popular menorquina.
Siguiendo la ruta que nos dicta nuestra intuición caminamos por sus laberínticas y estrechas calles, descubriendo iglesias como Sant Dídac o Santa Eulària, cultos edificios como la Casa Salord, que hoy en día forma parte de las instalaciones de la Universidad de Baleares o las preciosas plazas que nos salen al paso, adornadas con esmero por los vecinos con flores y plantas, limpias y cuidadas como reflejo del alma de Aló.